Amanda y Raquel se conocieron en la sala de espera del hospital, al principio del tratamiento, esperando los resultados de la analítica para uno de los primeros ingresos en el Hospital Niño Jesús de Madrid. Sus hijos empezaron a jugar y ellas a compartir sentimientos, vivencias, miedos. Descubrieron todo lo que tenían en común, empezando porque los niños tenían el mismo diagnóstico y por lo tanto, el mismo tratamiento. Pero también que sus hijos habían nacido el mismo día, el 14 de septiembre, con un año de diferencia. Y poco a poco se dieron cuenta de que de esa situación tan delicada y adversa, nacía una amistad, al cuadrado e infinita.